lunes, 15 de agosto de 2011

ESLOVENIA CROACIA I. LOS REFLEJOS DE UN LAGO




Frente a nuestra mesa, las tranquilas aguas del lago de Bled, al norte de Eslovenia, se mecen a ritmo de sueño. Hemos pedido un plato de cocina eslovena a base de carne en salsa acompañada de patatas asadas y verduras al grill. El camarero larguirucho y serio chapurrea un poco de español, italiano, inglés o lo que haga falta. “Al momento señor” dice y se aleja con la comanda sorteando las mesas alumbradas con velas y rosas.
El cielo del atardecer ya tiene un azul más intenso y en el horizonte, el color lechoso de los últimos rayos, dibuja el perfil dentado de las montañas que rodean el lago. Son esas mismas montañas las que nos han acompañado durante el trayecto que hemos recorrido desde el Aeropuerto Marco Polo en Venecia hasta aquí. Nuestro Fiat Panda alquilado de color azul metálico se ha portado como un campeón circulando por unas fantásticas y modernas autovías que cruzan este país, aparentemente tan nuevo.
Y es que Eslovenia me suena poco más allá de los puntos de Eurovisión o los partidos de su equipo de futbol. Un país que ha nacido hace aproximadamente 20 años fruto de la escisión de la antigua Yugoslavia. Sin embargo, esa afirmación no es del todo correcta: Eslovenia es un país cuya historia se remonta siglos y siglos atrás. Invadido, como el nuestro, por multitud de pueblos que han dejado su impronta en él: romanos, turcos, austrohúngaros, alemanes, unido posteriormente a la primera Guerra Mundial a los croatas y Serbios, después incluido en la república socialista de Yugoslavia y nuevamente independizado en 1991.
Los eslovenos, como su paisaje de un tupido y absoluto verde, son gente muy templada, pacífica que han sabido adaptarse a los tiempos y a los pueblos que con ellos han convivido. Su historia más moderna así lo refleja: la guerra de independencia de Yugoslavia, en el caso de Eslovenia, duró tan solo diez días. Peor suerte corrieron sus vecinos croatas, bosnios, montenegrinos, albaneses, kosovares y también serbios, porque los pueblos, sea cual sea el bando al que pertenezcan, sufren siempre la locura y prepotencia de sus políticos.
En la actualidad, Eslovenia discurre segura por el cauce europeo hacia un prometedor futuro, si no lo contamina la crisis mundial que nos golpea. Esa tranquilidad es la misma que reflejan los destellos del lago de Bled al caer la tarde. Un castillo vigila la ciudad colgado desde una colina sobre el lago. Sus paredes de piedra están iluminadas por una luz cálida, plácida, que traza una línea borrosa sobre el agua, mientras satisfechos terminamos nuestro plato de cocina eslovena. El camarero trae la cuenta, una rosa y dos chupitos de licor de arándanos. Pagamos en euros, la moneda que nos une en este sueño europeo.

Desde Zagreb, capital de Croacia, les habló Pedro Rojano.

1 comentario:

  1. Pedro,magnífica crónica, como era de esperar. Estaba deseando que te pusieras a escribirla estuvieras donde estuvieras, y me regalaras algo de lo que ven tus ojos, algo de lo que te hace sonreír, algo de lo que vives y compartes en lugares que conozco de otra manera, o que no conozco y tú me haces conocer. Sigue soñando y regalándonos sueños.

    Un besote

    Isa

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