Nos montamos en un taxi para ir a Pashupatinath, lugar a orillas del río Bagmati, repleto de templos y donde se realizan las cremaciones de los muertos en Katmandú.
- Where are you from? (a partir de aquí lo cuento traducido)
- De España.
- ¿De verdad?
- ¿Sabes donde está España?
- Claro!!, este año los campeones del mundo!!!
- Pues sí.
- ¿Cómo fue?
- Muy emocionante, la gente en la calle celebrando el triunfo, mucha fiesta.
- Aquí en Nepal también muy contentos. Todos íbamos con España, ese día no trabajé, mi mujer y mi hijo son incluso más forofos de España que yo. Le prometí a mi hijo que si ganaba España le compraría la camiseta del equipo.
- ¿Se la has comprado?
- Al día siguiente, y creo que aún no se la ha quitado. Estaba muy contento.
- Ahora el escudo ya tiene una estrella.
- Ya lo sé, la camiseta de mi hijo la compré con la estrella.
- ¿Al día siguiente?
- Sí, sí (RIE)
- ¡Increíble!
- Aquí en Nepal todo el mundo con España.
- ¿Por qué?
- Son muy buenos jugadores. Son los campeones del “Fair play”.
- Eso es verdad y además son buenos chicos.
- Y el entrenador también, ese hombre que es muy serio… (RIE Y SE LLEVA LA MANO A LA BARBILLA SIMULANDO LA EXPRESION ABURRIDA DE DEL BOSQUE)
Llegamos a Pashupatinath y el taxista nos saludaba como quien lo hace a personas importantes. Qué pena que Cervantes no jugase al futbol, o Javier Marías, o Antonio Muñoz Molina…
Nada más entrar percibimos el olor de la pira funeraria tan reconocible para quien lo ha olido alguna vez. En el aire flota una neblina que proviene del humo blanco y espeso provocado por el fuego. El Río discurre por un cauce empedrado, sin mucha profundidad. Es un río de color fango y sobre él flotan plásticos y guirnaldas naranjas que cubrieron a los cadáveres, aunque un poco más adelante unos jóvenes se tiran a una poza desde un montículo. También unas mujeres están lavando la ropa en la orilla opuesta a las piras. Una incluso se está dando un baño cubriendo su desnudez con un sari de color verde. Muchos niños pequeños corretean mientras sus madres lavan. Junto a las escalinatas que descienden al río se sitúan unas plataformas de piedra sobre las que se colocan los rimeros de leña. Algunos ya están ardiendo. Los familiares esperan junto a la pira hasta que se extinga el fuego, después empujan los restos al río que los engulle como un cocodrilo hambriento, la ceniza flota río abajo y el humo cielo arriba.
Junto al río han colocado el cuerpo amortajado de una mujer, reconocible porque lleva la cara descubierta. Junto a ella un hombre le besa los pies, después las manos y finalmente la cara. Riega con agua del río el cuerpo y posteriormente comienza a engalanar el sudario con tiras de guirnaldas naranja, del mismo color de la sábana que la cubre. Numerosas personas contemplan en silencio el ritual. Los familiares colocan el cadáver en una camilla de chapa y la elevan sobre sus hombros para transportarla hasta la pira. Cuando la depositan sobre la madera, colocan algunos leños sobre ella y la cubren completamente con paja. El hombre comienza a rodear al cadáver en una especie de rito con una vela encendida. Después de unas vueltas prende la pira por el lado de la cabeza. Otros hombres comienzan a expandir el fuego por los troncos más bajos. Al poco rato, toda la pira está ardiendo y el humo blanco huye a borbotones desde el mismo corazón del fuego hasta alcanzar el cielo.
El futbol ha unido países tan lejanos en distancia y en costumbres. La muerte nos une definitivamente. Son diferentes formas de alcanzar la gloria. Mañana nosotros partiremos hacia la base de los Annapurnas para ganar nuestro mundial particular. Desde Pokhara les habló Pedro Rojano con la camiseta de la selección.