martes, 21 de agosto de 2012

CUBA V. EL CHE



El 29 de diciembre de 1958, el Comandante Ernesto Che Guevara asestó un golpe maestro sobre el gobierno de Batista descarrilando un tren blindado con fuerzas del ejército y multitud de armamento. Gracias a este hecho se produjo la toma de la ciudad cubana de Santa Clara que posteriormente derivó en el triunfo de la Revolución de Fidel Castro. En la ciudad de Santa Clara, en el mismo lugar del descarrilamiento, se conserva parte de este tren como museo. En realidad, la ciudad de Santa Clara está dedicada por entero a la figura del Che Guevara. A las afueras de la misma se erige un monumento y mausoleo donde se conservan sus restos y los de los 18 combatientes que cayeron con él en Bolivia.

Una enorme estatua del Che vestido de militar rebelde y con su característica boina preside la explanada de entrada al recinto. Se yergue sobre un monolito sobre el que hay escrito "HASTA LA VICTORIA SIEMPRE" Una frase muy utilizada para referirse a él y que puede leerse por todo el país. Junto a la estatua hay otra enorme piedra sobre la que se reproduce en grandes dimensiones la carta que el Che remitió a Fidel Castro para dimitir de todos sus cargos y anunciarle que se dirigía a Bolivia para seguir combatiendo por la liberación de América Latina. Mientras leía la carta (compuesta de bastantes párrafos), observé que una joven pareja de italianos estaban situados a unos pasos tras de mí. Ella traducía la carta y él la escuchaba con la mirada pérdida en el monumento. Los dos agarrados de la mano. Cuando terminaron de leerla, se fundieron en un intenso abrazo y comenzaron a llorar pañuelo en mano. Volví a releer algunos párrafos de la carta. De alguna manera quería emocionarme como aquellos turistas y buscaba el punto álgido con el que lo habían conseguido, pero no lo encontré. La carta contenía demasiados párrafos manipulados que para los que hemos leído la forma de escribir del Che, eran fáciles de reconocer. Sobre todo aquel donde, después de decir que se marcha y que renuncia a todos sus cargos —los cual no es más que el reconocimiento de un fracaso—, ensalza exageradamente la figura de Fidel Castro y culmina diciendo que: "Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti (por Fidel), desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario" (huele un poco, ¿no?)

Al entrar en el museo la figura del Che se desmitifica un poco: su uniforme es el de una persona no corpulenta, de mediana estatura; sus fotos no captan el sacrificio de un guerrillero, la mayoría en actitud bastante distendida: puro en boca o jugando al golf; sus cartas, bastante sencillas y humanas, reflejando una personalidad melancólica y soñadora. En absoluto es mi intención quitar méritos a una figura que ha sido siempre un símbolo para la lucha de los débiles en todo el mundo, pero me gusta ser honesto y si esta figura ha sido valiosa, sin duda alguna, ha sido para el propio gobierno de Fidel Castro que ha plasmado su silueta en miles de carteles repartidos por toda la geografía cubana.

Pero, ¿quién fue realmente el Che?

De esa manera directa, he preguntado a muchos cubanos, mientras compartíamos una taza de café dulzón. La mayoría me dicen que fue un utópico, que pensó que el pueblo podía dirigir su propio futuro y luchó duro por conseguirlo. Pero luego se dio cuenta de que la política tiene unos tentáculos tan poderosos que son imposibles de vencer y prefirió seguir luchando donde él mejor se defendía, junto a los propios guerrilleros, pegando tiros. Hubiera logrado más luchando desde arriba para conseguir una verdadera liberación para los débiles, pero esto le vino grande, no pudo vencer los muros de la política, que es en definitiva quien gobierna el pueblo. Por eso se marchó a morir a Bolivia, allí no solo lo esperaban los guerrilleros, sino un destacamento del gobierno boliviano que se encargó de ejecutarlo de manera sumaria. Los motivos de la rapidez de su captura y del chivatazo de su posición, aún se desconocen, aunque muchos cubanos se acarician una barba imaginaria sonriendo.

Estas son opiniones de las que no me hago partícipe porque no hay cosa peor que adherirse a una opinión desde la ignorancia, pero las expongo porque son opiniones recogidas de personas que llevan 53 años aprendiendo, a fuerza de sufrimiento, la historia de la revolución cubana y las figuras de sus héroes.

Me quedo con el Che soñador que decía en otra de sus frases, plasmada también junto al monumento: "Me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie".

El Che seguirá siendo un símbolo mal que le pese. Su figura impresa en carteles y camisetas venderá por el mundo entero. Pero el objetivo de su lucha, por desgracia, se ha disuelto como el azúcar en el café.