miércoles, 31 de julio de 2013

sábado, 13 de julio de 2013

FRANCIA IV: ZWEI DEUTSCHE SOLDATEN


En Normandía existen varios cementerios pertenecientes a los diferentes ejércitos que participaron en la contienda: americanos, ingleses, canadienses, polacos, franceses… pero también existen varios cementerios (los más numerosos) que albergan las tumbas de los soldados alemanes. Nosotros decidimos visitar el cementerio alemán de La Cambe, no más de quince minutos en coche al oeste del americano.
Al llegar encuentras igualmente el aparcamiento muy bien organizado y una sala museo dedicada a los soldados alemanes que han luchado por la paz en el mundo en diferentes contiendas a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Es un alegato en contra de las guerras y el fanatismo. Fuera del museo varios mástiles enarbolan las banderas de Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
Un muro rodea el cementerio. Para atravesarlo solo hay una estrecha puerta de hierro por la que solo cabe una persona. Una vez que la traspasas, te encuentras con una extensa parcela de césped perfectamente recortado y algunas cruces que sobresalen (pocas y simétricamente colocadas) En el centro de la parcela se alza un monumento de piedra marrón que representa a la virgen y San Juan junto a la cruz vacía. Hay poca gente, además de nosotros, algún que otro turista alemán y las máquinas cortadoras de césped. Indudablemente este cementerio tiene menos éxito turístico que los otros. No hay gloria para los perdedores.

Al pasear por los senderos, te das cuenta que las cruces son en realidad hitos para separar los sectores. Alrededor de ellas se sitúan las tumbas: pequeñas lápidas cuadradas de color marrón a ras del suelo. Bajo cada una de ellas, están enterrados dos soldados. En ellas están grabados sus nombres, la fecha de su nacimiento y la fecha de su muerte. ¡Algunos con tan solo 16 años! ¡La mayoría con una edad comprendida entre 17 y 21! La sensación es un poco triste, sobre todo por el desasosiego que produce el olvido. Y no debería ser así, porque hay motivos en el cementerio para pensar que se afanan en evitarlo. Y es loable, ya que estos hombres enterrados son también víctimas de una contienda injusta.
Pero lo más llamativo son la gran cantidad de lápidas que contienen solo un nombre a pesar de albergar dos cuerpos. En ellas, debajo del nombre de uno de ellos, aparecen tres palabras: “Ein deutscher soldat” (Un soldado alemán) y en muchas otras solo aparece la inscripción “Zwei deutsche soldaten” (dos soldados alemanes). Los enterraron sin saber sus nombres. El olvido se los tragó para siempre, y no solo se ha perdido su recuerdo sino que da la sensación que ese olvido es parte de la humillación recibida.

En el año 2008, en la Batería de Maisy, unas trincheras que aún se conservan cerca de Omaha Beach, se encontró sepultado por una plancha de hormigón, el cadáver de un soldado alemán. Las autoridades hicieron todo el esfuerzo tecnológico por identificarlo, y lo lograron. Hoy yace también junto a sus compañeros en La Cambe. Es importante el recuerdo. No lo fue para los nazis, pero sí lo es para los actuales alemanes que nada tienen que ver con aquellos.
Visitando los museos, los cementerios, los memoriales, los comercios, nos hemos dado cuenta que la bandera alemana nunca aparece cuando se habla de los nazis, siempre aparece la bandera roja con la esvástica. Una buena forma de reivindicar la locura y castigar a los verdaderos culpables dejando a un lado al país de origen.

De cualquier forma, hemos percibido la sensación de culpa instalada en los rostros de los alemanes cuando visitan este cementerio de La Cambe. Debe ser difícil evitarlo, sobre todo cuando ni siquiera pueden conocer algunos nombres de sus muertos.


viernes, 12 de julio de 2013

FRANCIA III: EL SACRIFICIO DE UNA GENERACION. NORMANDIA. DIA D.



Con la marea baja, la playa de St. Laurent es ancha e interminable. Si miras hacia el oeste veras alzarse los inexpugnables acantilados de Verbuille, con una roca en su extremo que sobresale por encima del agua separada del continente como si fuese una avanzadilla, un centinela en la garita. Las olas rompen en la orilla con furia, mientras en la playa lisa juegan los niños a la pelota o tratan de volar una cometa. Algunos bañistas pretenden tomar el sol refugiados del viento junto a los muros del paseo por donde decenas de turistas se hacen fotos. Un panorama completamente en calma. Nada hace pensar que 69 años atrás, concretamente la mañana del 6 de junio de 1944, estas mismas arenas, este mismo agua se tiñeron de sangre, perfecto abono para la muerte… y la gloria.

La operación OVERLORD lanzada por los aliados en el renombrado día D para la liberación de la Francia ocupada, comenzó justamente en esta playa, más conocida por Omaha Beach (Normandía). Miles de barcos navegaron desde los puertos ingleses aquel día para desembarcar sobre la playa a cientos de miles de muchachos con la caótica misión de avanzar por esta playa entre obstáculos y ametralladoras enemigas que disparaban desde las colinas que bordean la costa. Muchos de ellos no lo consiguieron, pero otros sí, y gracias a todos ellos hoy se pueden hacer volar las cometas en la playa, tomar el sol, o hacer turismo como nosotros.

Impresiona, más que en otro lugar,  meter los pies en el agua mirando hacia las colinas. La extensión de terreno hasta ellas es demasiado grande. El blanco es fácil desde las bien situadas baterías enemigas. Si eres capaz de imaginarlo desde la orilla, sientes que se eriza la piel.

Encima de una de esas colinas, en un pueblo llamado Colleville Sur Mer los americanos ubicaron un cementerio para sus caídos. Lo recordareis porque sale en los primeros compases de la película “Save Private Ryan”. Miles de cruces blancas perfectamente alineadas, representando una acertada metáfora del camino recto, de las decisiones correctas. Cada una de las cruces de mármol luce una inscripción en su intersección que contiene el nombre del soldado, su rango, regimiento, lugar de procedencia y la fecha de su muerte. Muchos de ellos murieron entre el 6 y el 9 de junio. Su destino está escrito bajo esta tierra francesa.

La Película de Spielberg, que cité anteriormente, narra perfectamente el desembarco y los posteriores combates, según cuentan los propios veteranos. Siempre que he visto esa película me ha llamado mucho la atención la última frase que le dice el capitán John H. Miller al buscado soldado Ryan: “Hágase usted digno de esto, merézcalo”. Siempre había entendido esa frase desde el punto de vista del personaje, pero no es así, al menos ahora, después de contemplar las miles de tumbas y el entorno de la cruenta guerra. Estoy seguro de que, magistralmente, el guionista nos está lanzando ese órdago a todos nosotros, a esa Europa apática y dormida en la que vivimos ahora, esa Europa que ha olvidado la cultura y presta más atención a los reallity, que busca el éxito sin el esfuerzo, que camina tambaleándose en un terreno abonado por la crisis.
“Háganse ustedes dignos de esto, merézcanlo”.


La generación de jóvenes que en 1944 entregaron sus vidas por salvar Europa de las garras del nacismo, merecen no sólo nuestro respeto, sino también el hecho de que hagamos que nuestras vidas sean dignas de semejante sacrificio.


martes, 9 de julio de 2013

FRANCIA II: LOS CASTILLOS DEL LOIRA


Chambord
Desde las altas cumbres de los Alpes descienden las aguas que riegan copiosamente el fértil valle del Loira. No es de extrañar que junto a este río inagotable hayan crecido pueblos y ciudades desde tiempos inmemoriales. Los prados y verdes praderas, los bosques y lagos, el canto armónico del río bajo los puentes, contribuyen a crear un clima onírico que en tiempos medievales hizo que caprichosos reyes y nobles mandasen construir sendos palacios de descanso para su ajetreada vida en la corte. Fue una fiebre constructora inmobiliaria la que contagió a los ricos de aquella época, y no hay ciudad, pueblo, o aldea que no tenga su propio Castillo. Desgraciadamente en España esa fiebre por construir se retrasó un poco y así nos vemos. Por suerte para los ciudadanos de esta parte de Francia, entre los siglos XII y XVII no había demasiada gente con “recursos” para construirse un castillito.

Chenonceau
Tours, Chambord, Chenonceau, Amboise, Blois, Ussé… así hasta cientos de Chateaux que motean el valle del Loira. No voy a detenerme a describir las maravillas arquitectónicas y estilísticas de estos lugares, para eso ya están las guías y los libros especializados. Lo que sí me llamó la atención fue un detalle. Probablemente estos flamantes castillos se construyeron con el sacrificio de muchos siervos, constructores, albañiles, gente de la gleba, que gracias a su calidad de vida miserable lograron erigir estas maravillas para unos pocos. Seguramente las intenciones de esos caprichosos nobles no fueran otras que las de presumir y vanagloriarse de su injusta y heredada fortuna, pero con el tiempo, esos castillos han perdurado y hoy son la riqueza de la región y fuente de trabajo para muchos ciudadanos que nacieron en estos contornos. Con toda probabilidad, muchos de esos trabajadores de hoy, tengan raíces de aquellos maestros artesanos, y el  sacrificio extremo de sus antepasados, esté finalmente yendo a parar al pueblo. Esta reflexión me lleva a otra: ¿Merecen las generaciones posteriores el sacrificio de unos pocos? Piénsenlo. Nos veremos de nuevo en Normandía. 

viernes, 5 de julio de 2013

FRANCIA I: BURDEOS

Tengo fama de buscarme los lugares más lejanos para visitar y contar las crónicas que ayuden a comprender más otras culturas, otras tradiciones. Por eso, este año nadie entendía que utilizara mis vacaciones de verano para irme a Francia, un país vecino, europeo, atlántico y mediterráneo... Las circunstancias me aconsejaron escoger este viaje, que por otra parte me atraía bastante desde hace tiempo, en un año de incertidumbres profesionales. Además de escribir, otra de mis pasiones es conducir. Contemplar la carretera sentado tras un volante es una de las sensaciones que más me gustan. Poder escribir la ruta eligiendo la derecha o la izquierda a mi antojo. No deja de ser un placer dejarse llevar por el azar cuando no tienes un lugar concreto hacia donde dirigirte. De seguro que la aventura te atrapará, y salir de ella será la huella que haga de tu viaje una única experiencia. 
Hondarribia

Hemos cruzado España en un día. Dorminos en Hondarribia (antigua Fuenterrabía), y entramos en Francia cruzando el país vasco francés cuyos nombres de los pueblos me evocan siempre tristes noticias: Biarritz, San Juan de Luz, Bayona... Lo cierto es que el paisaje y su arquitectura es muy parecida a nuestro país vasco. Da la impresión de que aún no has salido de España. Los caseríos con las terrazas cubiertas de flores de múltiples colores, los tipos de letras que utilizan en los rótulos, la doble nomenclatura en los indicativos de  tráfico... Cuando en Europa prácticamente han desaparecido las fronteras, ellos se empeñan en trazarlas utilizando sus símbolos diferenciadores.

Burdeos
La primera ciudad de Francia donde paramos a dormir fue en Burdeos. Encontramos un hotel de carretera muy económico y que además era fácil aparcar. Tomamos un autobús para el centro, y al llegar nos sorprendió la magnífica vista de la ciudad. A lo largo de la ribera de la Garonna se alinean los edificios de piedra de estilo de finales del XVIII. Los tejados grises, las fachadas con idéntica elegancia de las calles de París. Al cruzar por unos de sus majestuosos puentes, se puede contemplar la belleza de esta tranquila ciudad desde el otro lado del río. Sentarse en un banco y ensimismarse con el discurrir de las aguas, como lo habrán hecho indiferentes durante tantos lustros esos tejados abuhardillados, esos ventanales y esas fachadas de piedra que albergan la historia administrativa de esta ciudad. Sin duda es la vista de Burdeos la que cautiva la primera impresión, pero una vez que te adentras por las calles del centro histórico: calles antiguas de piedra, cuidadosamente limpias y conservadas, te asombras de la juvenil vida que transita por ellas. Las plazas se llenan de cafés y restaurantes donde los estudiantes se citan para tomar una cerveza o un vino. La plaza de Saint Pierre es una de tantas, pero nos cautivó de manera especial su ambiente festivo, como de fiesta de pueblo. Graciosamente adornada y repleta de mesitas donde cenar un delicioso crepé con queso azul. Más allá la Avda L'intendance, parecida a nuestra Larios, elegante y ancha, colmada de comercios a ambos lados de la calzada peatonal. Al final de esta avenida está la plaza de la Galetta donde alquilamos unas bicis para recorrer todos los kilómetros posibles. Nos quedamos con ganas de más, pero hay que repartir los días. 

Cuando decidimos regresar al hotel (que estaba a las afueras), tomamos el mismo bus que nos había llevado al centro. Habíamos memorizado la parada, pero el mismo autobús no pasó por allí. Son las cosas de los países modernos, todo está tan reglamentado que si te desvías es difícil reorganizar la ruta. Esto en la India se hubiese solucionado pegando dos palmadas o acercándose al primer peatón que se cruzase con nosotros. Seguro que en un plis plas nos hubieran organizado un transporte que nos llevase hasta el hotel. Pero no estamos en la India, esto es Europa, y si el autobús, a la vuelta no tiene en su itinerario tu parada, estás listo. Bajamos tres paradas más allá, cuando era indudable que nos alejábamos. El barrio estaba desierto, ni taxis ni nadie a quien preguntar. Recorrimos tres kilómetros de regreso buscando cada una de las paradas por las que había pasado el bus. Ni rastro de personas o taxis. La noche se acercaba amenazante y no teníamos ni idea de donde nos encontrábamos, y lo que es peor, dónde puñetas estaba el hotel. En mi desesperación le pregunté a un borracho; único peatón que encontramos en nuestro camino. Con aspavientos incoherentes me señaló al este y después al oeste. Sin hablar frances, yo creí entenderle, hacía esfuerzos por entenderle, no tenía más remedio que entenderle, pero me rendí, aquel personaje estaba aún más perdido que nosotros. Finalmente Sonia detuvo a un vehículo conducido por una pareja de jóvenes que gustosamente, y yo diría que milagrosamente, se ofrecieron a llevarnos hasta la puerta del hotel (4 kilómetros desde donde nos encontrábamos) y la historia acabó con final feliz.


No me gustan las historias con moraleja, pero en esta ocasión no tenemos más opción que memorizarla: No estamos en la India, no estamos en la India, no estamos en la India.

sábado, 15 de junio de 2013

MEXICO VII: UN INTERMEDIO EN LA HISTORIA


Todo lo bueno se acaba, pienso mientras embarco en el avión que nos llevará de regreso a Málaga. Los viajes son como ese regalo primorosamente empaquetado cuyo interior es difícil de adivinar. Al principio me siento emocionado, porque sé que sea lo que sea me va a gustar, aunque no sabría decir cuánto. Con el paso de los días, voy desempaquetando ese regalo y descubro las cosas que trae consigo. Pero el viaje va más allá de cualquier regalo, porque cuando ya lo he desempaquetado del todo y lo coloco en alguna repisa de mi memoria, comienza a transformarse despacio, y a medida que pasan los días, se convierte en algo muy especial, más que un regalo es un tatuaje virtual, que por mucho que se empeñen los años, jamás olvidaré pues ya es un capítulo más de mi modesta historia.

México ha entrado a formar parte de esa lista de regalos que he colgado en mi vida. Un país más parecido al nuestro de lo que creemos, con un nivel de vida muy similar, y una cultura que ha bebido de idénticas fuentes que nosotros. Un país que, en contra de lo que me habían contado, se siente muy orgulloso de su pasado tanto el prehispánico como el colonial. Porque son conscientes de que ellos mismos son fruto de la unión de los primeros indígenas con los acompañantes de Hernán Cortés. La historia de este país está salpicada de sangre, tanto la derramada entre las tribus prehispánicas por la supremacía del territorio, como la que vertieron los conquistadores para obtener fortuna y tierras. También la sangre de los criollos que se revelaron contra la corona española para obtener su independencia como país, y no podemos olvidar aquella otra que sembró la revolución agraria de Pancho Villa y Emiliano Zapata en los comienzos del siglo XX para liberar a los campesinos de un gobierno opresor. La evolución de esta tierra sigue su curso, y hoy en día aún se vierte mucha sangre de inocentes por parte de una delincuencia organizada vinculada al narcotráfico a los que el gobierno persigue incansablemente.

La noche antes de partir, una impresionante manifestación que abogaba por el fin de la inseguridad ciudadana, inundó de color blanco el enorme zócalo del distrito federal, bajo la bandera tricolor. Se convirtió la plaza en un valle nevado con multitud de velas que portaban los manifestantes, y al final de la noche, cuando la soledad se adueñó de la plaza, las velas dispuestas en el suelo formaban las tres letras de la palabra PAZ. ¡Ojalá sea así!

De cualquier modo, y aún existiendo incidentes graves en la ciudad, no hemos tenido problema alguno de inseguridad. Los mexicanos que hemos encontrado a nuestro paso han sido personas muy cordiales y agradables, educadas, hospitalarias y deseosas de indicarnos el camino exacto para llegar a cualquier sitio. Lo mejor del viaje ha sido sin duda la actitud de este pueblo tan hermano del nuestro y os conmino a que viajéis sin recelo a esta tierra verde, blanca y roja.



sábado, 25 de mayo de 2013

MEXICO VI: EL SUEÑO DE UN LOCO



Dedicado a mi amigo Santi,
uno de esos locos.

 
Con la cantidad de editoriales que publican guías para no perderse nada de tal o cual lugar, hoy en día viajar por libre está al alcance de muchas personas, entre las que me incluyo. Los turistas nos empeñamos en seguir unos hitos colocados por otros, y tratar de cumplir el recorrido fielmente para que tus amigos y conocidos no te reclamen a tu regreso si estuviste en este o aquel sitio. Por eso no resulta fácil encontrar parajes desconocidos o poco visitados.

En México, hemos tenido la suerte de encontrar uno de esos paisajes únicos. Un lugar mágico y misterioso creado por un excéntrico millonario que “dilapidó” la herencia de su familia patrocinando el mecenazgo de artistas como Dalí, Magritte o Picasso. Despreció las rentabilidades que le propondrían sus administradores y se empeñó en obtener otro tipo de beneficio: el artístico, ese que no eres capaz de verlo cuando lo tienes delante de tus narices y que al paso de cien o doscientos años se expone en los mas insignes museos del mundo, para que los admiren aquellos entendidos que en su día llamaron locos a esos artistas.

Ese poeta ingles, llamado Edward James, tras su mecenazgo a los artistas de vanguardia del siglo XX, se trasladó a un recóndito lugar al norte de Querétaro. Un pueblecito llamado Xilitla situado dentro de la Sierra Gorda. Xilitla está prácticamente colgado de las montañas y camuflado por la selva. Cuentan que una mañana, mientras el Sr. James se bañaba bajo unos saltos de agua paradisíacos, recibió la visita de "decenas de mariposas" (según sus palabras) e interpretó que aquel lugar era propicio para su propia creación. Por ello compró un enorme trozo de selva y comenzó la construcción de unos edificios de hormigón surrealistas y absurdos que están perfectamente en armonía con el paisaje.

Los edificios, bien podrían haber sido inspirados por los dibujos de MC Escher: columnas que se asemejan al bambú, capiteles en forma de hojas que no sujetan ninguna planta, escaleras de caracol que no llegan a ningún sitio, escaleras desprovistas de barandillas que ascienden y descienden sin sentido, habitaciones colgadas de árboles que recuerdan a Alicia en el País de las maravillas, columnas en forma de serpientes, todo sin una forma conocida, sin lógica, como brotadas de un sueño o de una pesadilla...

El lugar es un completo laberinto, con túneles entre la vegetación y caminos que se pierden en la maleza o que llegan a otros edificios perdidos y aún más extraños. En mi opinión, una absoluta maravilla, pues además de ello, debido a que todo el mundo lo calificó de millonario loco, el lugar esta prácticamente sumido en el abandono y la naturaleza lo ha adoptado como suyo mezclándose con sus formas, lo cual lo hace más maravilloso aún.

Junto a este parque puedes encontrar las pozas a las que Edward James también dio su toque artístico creando unas piscinas surrealistas con saltos, figuras y toboganes. El baño es una auténtica delicia, sobre todo después de soportar el calor y la humedad de este lugar.

Hace unos días leí una frase de George Lucas que decía: "En el arte. Si eres faraón puedes construir pirámides". Ojalá que el dinero, de vez en cuando caiga en manos de estos locos capaces de construir los sueños.

En esta ocasión me ha resultado muy difícil seleccionar algunas fotos para ilustrar la crónica, por ello os dejo un vídeo presentación para que os podáis hacer una mejor idea de este ensoñador paraje. Espero que os guste






PROXIMAMENTE   MEXICO VII: UN INTERMEDIO EN LA HISTORIA  (Crónica final)


martes, 21 de mayo de 2013

MEXICO V: LA GRAN FAMILIA SALESIANA


Dedicado a Raúl,
que pertenece a esa gran familia
y ya está con Don Bosco.



Desde los seis años yo estudié en un colegio de curas; salesiano para ser más exacto. Y lo cierto es que no guardo ningún trauma psicológico, ni me trataron mal, ni nada por el estilo. Al contrario, recibí una buena educación y hoy en día me siento muy orgulloso de pertenecer, de alguna manera, a la gran familia salesiana.

Cuando estudias bajo el modelo juvenil de Don Bosco, y lo vives tan de cerca como lo hice yo, no es de extrañar que adquieras una notable devoción a la Virgen Mª Auxiliadora. En mi caso, desde que salí del colegio aún la llevo a gala y me encomiendo a ella en los problemas. Todavía guardo en la cartera (o mejor dicho guardaba), una foto con la Auxiliadora de mi colegio trinitario y que me acompaña en todos mis viajes. Ese vínculo invisible que te une a la familia salesiana, perdura durante toda la vida, brillando, un poco más si cabe, cada 24 de Mayo.

Pero el destino, las vicisitudes diarias, el trabajo absorbente, los problemas domésticos...te van alejando poco a poco de ese sentimiento y algún día lo recuerdas con nostalgia como parte del pasado. Hasta que llega un día mágico, en el que apareces a 9.000 kilómetros de distancia de tu ciudad: en Querétaro, una ciudad moderna al sur del distrito federal, con algo más de 670.000 habitantes. Y allí, como por casualidad, tropiezas con los muros de un colegio. Un enorme colegio plagado de estudiantes de piel morena y brillante pelo azabache. En la entrada un letrero anuncia: SALESIANOS, y a la izquierda el busto inconfundible de Don Bosco.



Entonces todo se vuelve familiar y, a pesar de mis treinta y nueve años, traspaso el umbral para mezclarme con aquellos muchachos como si fuera a colocarme en fila india, con el brazo derecho sobre el hombro del compañero que precede.

Un conserje se dirige a Sonia y a mí con cara extrañada:

—Disculpen, ¿querían algo?

—Verá, somos antiguos alumnos salesianos de España y ...

El hombre vuelve la cabeza hacia atrás con la ilusión de una sorpresa.

—¡Don B! Aquí hay dos paisanos suyos- y a nosotros- pasen, pasen. Don B les va a atender.

A Don Venancio, un padre salesiano nacido en León, le llaman cariñosamente "Don B".

Don B es un cura mayor, pero de pequeña estatura. Yo diría que está como reducido por el paso de los años, encogido más bien. Como si hubiese sido un hombre alto y fuerte y ahora su cuerpo se hubiese contraído. Se ayuda de un bastón para caminar y aún así, lo hace con dificultad. Tiene el pelo canoso, las manos arrugadas, y al hablar apenas mueve los dientes. Lleva 23 años viviendo en esta ciudad, trabajando para este colegio y para estos niños y ahora se siente más queretano que leonés. Dando un paseo nos explicó todos los avances que ha tenido la escuela. Ahora es mucho más grande. Dos mil quinientos alumnos, tres campos de fútbol (de césped), varias canchas de baloncesto, multitud de aulas repartidas en varios edificios que rodean un recinto de 25.000 metros cuadrados, y una pequeña capilla, similar a un aula, con un altar donde se venera una imagen de Mª Auxiliadora. Cuando nos cruzábamos con los alumnos e incluso con los profesores que tenían la puerta del aula abierta lo saludaban cariñosamente levantando el brazo:

—¡Buenos días Don B!

Aunque su cuerpo esté encogido por el paso del tiempo, estoy seguro de que su corazón sigue siendo enorme.


Antes de marcharnos le regalé a Don Venancio la estampa de la virgen que tengo en mi cartera. Le pedí perdón porque los bordes estaban desgastados y rotos. Al darle la vuelta comprobó que se trataba de un calendario del 2001, supongo que este detalle le hizo comprender lo que expliqué en los primeros párrafos de esta crónica.

Siento no haberos descrito cómo es la ciudad de Querétaro, pero me temo que me voy de ella sin conocerla en profundidad, aunque tengo la certeza de que dentro de ella existen 25.000 metros cuadrados que conozco a la perfección y de los que puedo hablaros, pues llevo corriendo entre sus columnas desde que cumplí seis años.


PROXIMAMENTE: XILITLA, EL SUEÑO DE UN LOCO



martes, 14 de mayo de 2013

MEXICO IV: Una boda Mexicana

Uno de los motivos por los que vine a México, fue la invitación de boda de unos queridos amigos (Dania y Javi), que se celebró en Cuernavaca.


Cuando te invitan a una boda fuera de nuestras fronteras, de alguna manera siempre creas unas expectativas basadas más en los tópicos que en el sentido común. Como cualquier cateto que se precie de serlo, yo me imaginaba una boda con mariachis en el coro, el novio con sombrero mexicano y botas de montar, y a la novia vestida al estilo de Frida, con dos coletas negras formando un coqueto moño prendido a la cabeza por un lazo con los colores de la bandera mexicana. Y aún llegué más lejos de modo que pensé que cuando el cura dijera aquello de "ya sois marido y mujer" , el padrino, con dos cartucheras colgadas de las ingles, sacaría dos pistolas de plata y comenzaría a disparar al techo al tiempo que el resto de invitados dieran gritos de júbilo: ¡Andale, andale, híjoleeeee! Sí señor, todo un alarde de catetismo en estado puro aunque un poco exagerado.

Hago un ejercicio de extrapolación e imagino a un mexicano con idénticas expectativas si acudiera a una boda española, ¿imagináis? mejor lo dejamos, ¿no? que ya veo al cura vestido de corto y taconeando al final de la ceremonia.

Las bodas en México son muy parecidas a las nuestras. Todo está basado en un rito católico que es idéntico en un país que en otro. La elegancia en el vestir de los novios y los invitados en nada se diferencia a nosotros, y el arroz tampoco falta a la salida, aunque tengo que decir que en este punto hubo una sutileza destacable, pues además de arroz, se lanzaron al aire mariposas vivas, las cuales habían sido previamente repartidas a los invitados cautivas en unas blancas cajitas con una celosía para permitir el paso del aire.

En el convite, yo seguía esperando mi grupo de mariachis (como el grupo flamenco en la boda española, ¿no?). Pero no fue así. El convite al que asistí fue también muy parecido a los que se celebran en nuestro país. Tuvo bastante lujo tanto en el lugar escogido como en los manjares servidos. Para la recepción se había dispuesto una hermosa finca cubierta de árboles con el césped recién cortado. Sobre los jardines se levantaba una enorme carpa bajo la cual se habían dispuesto las mesas de los invitados con todo lujo de detalles, y un escenario para la actuación de una orquesta. Los cócteles sí tenían su particularidad pues en vez de sangría o manzanilla, nos ofrecieron margaritas de limón o de mango, y también agua de horchata y de otros sabores extraños que no probé pues me enganché al tequila sin dudarlo. Tampoco puedo decir que la comida fuera netamente mexicana, pues los platos cumplían con un estilo nouvelle cousine propio de la cocina internacional, eso sí, con una exquisitez que hizo que dejase el plato para nuevo uso.

Todo fantástico, "padrísimo" como dicen por aquí, incluso el saxo de Jazz que encaramado al escenario, amenizó el almuerzo.

Después vino la orquesta, los regalitos de los novios, el baile de salón, el trenecito... A las 8,00 de la tarde había perdido toda esperanza de disfrutar de los tópicos tan maravillosos que tiene este país. Pero entonces llegó el tequila. Los novios, desde el escenario, regaban las bocas de los invitados uno a uno poniéndose en fila india y repitiendo en la cola. Ni que decir tiene que perdí un poco la compostura. A las diez comenzaron a servir tacos de pastor y alambre con chile y a las doce de la noche aparecieron los mariachis.

¡Y qué hermoso resulta escuchar esos acordes de guitarra, esas fugas en las trompetas y en los violines, todo ello acompasado por el guitarrón mexicano que se te mete hasta el corazón!, ¡Qué bien lo hicieron los novios! Con tequila se disfruta mucho más los mariachis. ¡Qué bien supieron ofrecernos una muestra de su folclore!

Algunos invitados subieron al escenario para cantar con ellos. Y yo, desde abajo, emocionado entonaba el: "¡Y tú que te creías el rey de todo el mundo!" y también "¡Y volver volver volver, a tus brazos otra vez!"


Ya no me acuerdo de más. El tequila se encargó de llevarme al hotel. No recuerdo cuando se fueron los mariachis, pero no se me olvidará jamás esta boda mexicana.

PROXIMAMENTE: LA GRAN FAMILIA SALESIANA

sábado, 11 de mayo de 2013

MEXICO III: EN UN LUGAR DE LA MANCHA CUYO NOMBRE ES GUANAJUATO


Guanajuato
Cuando te acercas a Guanajuato, la carretera desciende bajo tierra y se introduce en la ciudad por unos antiguos túneles de piedra y calles adoquinadas que más se parecen al interior de unas mazmorras. Bajas del autobús y subes por unas escaleras hacia el exterior, como si fueran bocas de metro de unos siglos más atrás; entonces, una vez en la superficie llega la luz, el color y la belleza. Guanajuato es una ciudad de cuento, un decorado de novela, una recreación del espacio por donde bien pudiera haberse paseado, con permiso de Pérez Reverte, el mismísimo Capitán Alatriste.
Las calles, sin atender a normas de planificación se estiran, se arquean; interseccionan unas con otras sin geometría alguna, como los centenarios centros de las ciudades europeas, como un bullicioso Madrid del Siglo XVII. Todas esas calles parten del Jardín de la Unión que está rodeado por una arboleda cuidadosamente recortada en un alargado rectángulo cuya base son los troncos de los árboles, de modo que si tomásemos una fotografía aérea contemplaríamos un exuberante jardín enmarcado por las hojas de los árboles.

Los autóctonos se enorgullecen de presentarnos esta ciudad como la ciudad Cervantina de América, no en vano muchas de sus calles y hoteles tienen nombres alusivos al escritor: Hostal Sancho, Callejón del Quijote, Callejón de Cervantes, Hotel Dulcinea, Mesón Sancho Panza, Restaurante Rocinante... Lo cierto es que si uno se evade de la ciudadanía y del escaso tráfico, cree encontrarse en algún pasaje del Quijote, el cual se pasearía sin dudarlo por estas calles de piedra al trote de su escuálido rocín y con un yelmo reluciente fabricado con auténtico oro mexicano.

Los Guanajuatenses se sienten bien orgullosos de su "quijotismo importado", e incluso en alguna de sus calles han colgado un cartel (sin pudor alguno) que dice: "Aquí se inspiró Cervantes y comenzó a escribir sus entremeses".  ¡Con menudos entremeses se inspiraría Cervantes en esta tierra!, comenzaría con un sabrosísimo pozole (sopa picante de maíz y pollo o ternera) y luego podría elegir entre las tortitas de frijoles, las enchiladas de queso, o las flautas de pollo; y por qué no, con las gorditas de chile relleno, y los burritos, y los huaraches, los nogalitos, chicharrón; y seguro que terminaría con unos buenos tacos al pastor o al alambre. Sin duda a Cervantes bien le vendría la inspiración con la variada y exquisita gastronomía mexicana, muy lejos de la que conocemos por los restaurantes mexicanos de nuestros centros comerciales.


Un gringo despistado, al pie de la estatua de Cervantes o de la del Quijote y Sancho Panza, creerá ciegamente que el insigne escritor es oriundo de México y que su Quijote cabalgó por esta Mancha Guanajuatense. Permítanme que no sea yo quien le corrija, porque no hay mayor placer que contemplar una ciudad entera tan orgullosa de su pasado español, de su literatura y de un idioma que comparten y nos une, y que, aunque nos pese, utilizan bastante mejor que nosotros.
Por eso termino mi crónica con un: ¡Qué Viva Guanajuato!, ¡Qué Viva Cervantes!, ¡y que Viva México!
VALE.


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miércoles, 8 de mayo de 2013

MEXICO II: DIOS DA A BORDA


Catedral de Taxco

En 1743, un minero llamado José de la Borda descubrió por casualidad la veta de plata más importante de Taxco. Dicen que en su explotación se trataba mejor a los indígenas que en otras explotaciones mineras. En pago de su suerte, decidió construir la Catedral de la ciudad. Desde entonces corre un dicho mexicano que dice: "Dios da a Borda, Borda da a Dios". Siglos después, la historia le ha devuelto a Borda parte de su inversión ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ad a parte de su inversi puesto que la mayoría de las ciudades tienen una calle o una plaza con su nombre.
Resulta curioso que el mencionado dicho está muy presente en todas las personas que hemos conocido en este país. Hemos encontrado numerosas variedades del dicho aplicadas a cada uno de los oficios, a cada una de las tiendas. Casi siempre encontramos un cartel que indica que todo lo que hagas te será recompensado. Los mexicanos son amables en extremo con el paisano o con el extranjero, y pienso que en algo tiene que haber afectado a su modo de actuar este dicho centenario. Siempre que tienes alguna duda sobre alguna calle, sobre algún restaurante, sobre algún punto de interés, aparece una persona que amablemente te indica el camino, te sugiere la mejor opción o te explica de forma desinteresada la explicación histórica. Es muy de agradecer, pero nuestra mentalidad europea nos impide confiar de manera mecánica y nuestro impulso siempre responde a la desconfianza.
Cholula
            Hasta ahora hemos visitado varias ciudades pequeñas de los alrededores del "De efe" (como lo llaman aquí). Todas tienen un elemento colonial común en su distribución cuadriculada y en sus bajos edificios de fachadas de colores. Sus calles adoquinadas rebosan de gentes, y en ocasiones circulan por la calzada al no haber sitio en las aceras. No faltan tampoco los vehículos modernos, rancheras y todo terrenos que muestran un poder adquisitivo alto de una clase media alta más abundante que en otros países hispanos. Las iglesias dominan la plaza principal que aquí se denomina zócalo. También son una muestra de la religiosidad de este pueblo, aunque intuyo que la religiosidad está mantenida por las clases más pobres. Todas estas iglesias recuerdan mucho a España. El estilo barroco de sus fachadas, y los retablos ricamente ornamentados de oro son tan familiares para nosotros que nos hacen creer que aun no hemos salido de nuestra ciudad.
Lo más destacable de las ciudades de México es la vida que fluye por las calles: hay mucho tráfico, ruido, gente acudiendo a sus lugares de trabajo, caminando o paseando, gente vendiendo mercaderías por las calles, y un camión con una música extravagante que a veces se corta y una voz ronca anuncia: "EL Gaaaaaaaaas".
Tlaxcala, Cholula, Puebla, Taxco, Cuernavaca, Zacatecas... son los nombres de estas ciudades amables y con un sabor picante a chile que se te pega en la lengua y no hay manera de expulsarlo.
Zacatecas
Cuando llegamos a Zacatecas, encontramos una cartera en el suelo con 2500 pesos (equivalente a 180 euros más o menos). En ella había varias tarjetas, un volante para el médico, un certificado de una nómina y la tarjeta de identificación del dueño de la cartera. Buscamos una guía de teléfonos y pudimos localizar al pobre albañil, quien al cabo de unos minutos nos estaba esperando a la entrada de la catedral. Lo primero que hizo fue mirar en el interior y dijo "¡Anda, y aquí está toda la pura lana!" (Aquí llaman lana a la "pasta"). Nos dio la mano efusivamente y nos despedimos. En ese momento pensé en Borda y pensé que toda la suerte que estamos teniendo en este viaje habría que devolverla de alguna manera. 
El Pechugón

PROXIMAMENTE: EN UN LUGAR DE LA MANCHA CUYO NOMBRE ES GUANAJUATO

martes, 7 de mayo de 2013

UN ALTO EN EL CAMINO

Hago un alto en el camino para presentaros el nuevo blog de mi grupo literario Punto y Seguido. Llevamos años juntos y ahora hemos conseguido llegar un poco más lejos.

Esperamos que os guste. Pichad en el logo y podreis navegar a años luz.



Buen viaje

miércoles, 1 de mayo de 2013

MEXICO I: TRAS LA HUELLA DE FRIDA


Catedral de México DF

Después de cruzar un océano, atravesar el control de inmigración de EEUU (que resulta ser como otro vuelo más), llegamos a Ciudad de México y la primera sensación que tengo es la de no haber salido de España. Los edificios sólidos de piedra antigua con arquitectura hispana, el habla de sus gentes  y sobre todo, los nombres de las calles: Insurgentes, Miguel A. de Quevedo, Moneda, Alameda, Reforma... etc. te dan la bienvenida cálida a esta ciudad tan lejana en el espacio pero tan afín a nosotros. Es notable la huella que dejaron sus antepasados españoles en esta parte del mundo.

Mural Diego Ribera en el Palacio Residencia
Para bien o para mal serán siempre recordados Don Hernán Cortes  o Don Pedro de Alvarado, famosos conquistadores que con sangre y tesón grabaron en la historia de este pueblo sus nombres para jamás ser olvidados (para bien y para mal). En los grabados que Diego Rivera plasmó sobre los muros del Palacio Presidencial, queda la impronta de su paso. También allí se refleja el fluir lento de toda la historia azteca que los precedió, y de la que les sucedió después de la lograr independencia, ambas tan sangrientas y gloriosas como la de la conquista. La historia siempre se graba con el rojo fuerte de las pasiones y crueldad del hombre.

La Casa Azul de Frida

Acercándonos al hermoso y tranquilo barrio de Coyoacán, con casas de lujo discretamente ocultas por la frondosidad de sus jardines, nos topamos con la Casa Azul. En esta nació, vivió y también murió la pintora mexicana Frida Kalho. Otra muestra de una vida apasionada y dolorosa que ha marcado una huella imborrable en este país. En la casa, pudimos contemplar sus pertenencias, recorrer las estancias por las que paseó Frida, en las que plasmó su obra, por las que amó, pudimos verla en sus fotos familiares y también pudimos entenderla (un poco al menos) en los textos de sus cartas a personas de influencia artística en su época como André Bretón o Picasso. En su correspondencia se aprecian las pasiones tan desgarradoras que la trastornaban: su terrible y doloroso amor con Diego Rivera al que nunca dejó de amar, y su tesón por dejar constancia en sus cuadros del dolor físico que marcó su vida.
Frida Kalho pintada por Diego Ribera
            Al salir de la Casa, comimos en un pequeño mercado cercano. Se compartían las mesas con otros clientes para que cupiera más gente. Nos tocó junto a un matrimonio mexicano que nos regaló una amabilidad de esas a las que no estamos acostumbrados cuando proceden de desconocidos. Alberto y Lupita nos explicaron muchas cosas de su país, de sus ciudades, de su música y de su literatura. La barba moteada de canas de Alberto le parece dar a primera vista un aspecto serio, de profesor, pero luego miras sus zapatillas deportivas y te das cuenta de la juventud y el arte que fluye dentro de él. Es saxofonista de Jazz y profesor de conservatorio. Nos regaló un CD de música en el que intervenía junto al Negri y Estrella Morente. Lupita, más callada, tiene una sonrisa amable y comprensiva, es cálida y aprecia cada detalle de nuestra conversación para indicarnos algún matiz interesante. Ella es diseñadora y ha trabajado en muchas películas mexicanas. Notamos una disposición encantadora por enseñarnos miles de cosas, y nos llevaron en su "carro" al museo de Diego Rivera que era nuestro siguiente punto de atraque. Una huella que se ha marcado en nuestro viaje y que jamás se borrará.

Casa Museo de Diego Ribera
Todos vamos pisando sobre la historia, algunos lo hacen con más suela que otros. Mejor es pisar fuerte, y que al menos haya servido para marcar el camino de otro.

PROXIMAMENTE MEXICO II: DIOS DA A BORDA