En Normandía existen
varios cementerios pertenecientes a los diferentes ejércitos que participaron
en la contienda: americanos, ingleses, canadienses, polacos, franceses… pero
también existen varios cementerios (los más numerosos) que albergan las tumbas
de los soldados alemanes. Nosotros decidimos visitar el cementerio alemán de La
Cambe, no más de quince minutos en coche al oeste del americano.
Al llegar encuentras igualmente
el aparcamiento muy bien organizado y una sala museo dedicada a los soldados
alemanes que han luchado por la paz en el mundo en diferentes contiendas a lo
largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Es un alegato en contra de las
guerras y el fanatismo. Fuera del museo varios mástiles enarbolan las banderas
de Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
Un muro rodea el cementerio. Para
atravesarlo solo hay una estrecha puerta de hierro por la que solo cabe una
persona. Una vez que la traspasas, te encuentras con una extensa parcela de césped
perfectamente recortado y algunas cruces que sobresalen (pocas y simétricamente
colocadas) En el centro de la parcela se alza un monumento de piedra marrón que
representa a la virgen y San Juan junto a la cruz vacía. Hay poca gente, además
de nosotros, algún que otro turista alemán y las máquinas cortadoras de césped.
Indudablemente este cementerio tiene menos éxito turístico que los otros. No hay
gloria para los perdedores.
Al pasear por los senderos, te
das cuenta que las cruces son en realidad hitos para separar los sectores.
Alrededor de ellas se sitúan las tumbas: pequeñas lápidas cuadradas de color
marrón a ras del suelo. Bajo cada una de ellas, están enterrados dos soldados. En
ellas están grabados sus nombres, la fecha de su nacimiento y la fecha de su
muerte. ¡Algunos con tan solo 16 años! ¡La mayoría con una edad comprendida
entre 17 y 21! La sensación es un poco triste, sobre todo por el desasosiego que
produce el olvido. Y no debería ser así, porque hay motivos en el cementerio
para pensar que se afanan en evitarlo. Y es loable, ya que estos hombres enterrados
son también víctimas de una contienda injusta.
Pero lo más llamativo son la gran
cantidad de lápidas que contienen solo un nombre a pesar de albergar dos
cuerpos. En ellas, debajo del nombre de uno de ellos, aparecen tres palabras: “Ein deutscher soldat” (Un soldado alemán) y en muchas otras solo aparece la
inscripción “Zwei deutsche soldaten” (dos soldados alemanes). Los enterraron sin
saber sus nombres. El olvido se los tragó para siempre, y no solo se ha perdido
su recuerdo sino que da la sensación que ese olvido es parte de la humillación
recibida.
En el año 2008, en la Batería de Maisy, unas
trincheras que aún se conservan cerca de Omaha Beach, se encontró sepultado por una plancha de
hormigón, el cadáver de un soldado alemán. Las autoridades hicieron todo el
esfuerzo tecnológico por identificarlo, y lo lograron. Hoy yace también junto a
sus compañeros en La Cambe. Es importante el recuerdo. No lo fue para los
nazis, pero sí lo es para los actuales alemanes que nada tienen que ver con
aquellos.
Visitando los museos, los
cementerios, los memoriales, los comercios, nos hemos dado cuenta que la
bandera alemana nunca aparece cuando se habla de los nazis, siempre aparece la
bandera roja con la esvástica. Una buena forma de reivindicar la locura y
castigar a los verdaderos culpables dejando a un lado al país de origen.
De cualquier forma, hemos percibido
la sensación de culpa instalada en los rostros de los alemanes cuando visitan
este cementerio de La Cambe. Debe ser difícil evitarlo, sobre todo cuando ni
siquiera pueden conocer algunos nombres de sus muertos.
Interesante. A mí me gusta visitar los cementerios, y este en particular es diferente y conmovedor.
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