sábado, 3 de noviembre de 2012

INDIA VI. Tras los pasos de Ruyard Kipling

Bundi



"Kim, contraviniendo las ordenes municipales, se hallaba sentado en el canon Zam-Zammah, que reposaba sobre su plataforma de ladrillo frente a la vieja Ayaib-Gher, la Casa de las Maravillas, nombre que dan los indígenas al museo de Lahore."

Kim


Así comienza KIM, la novela de Rudyard Kipling. Os escribo esta crónica desde Bundi, una pequeña ciudad rural perdida en el centro del estado de Rajastan, concretamente desde el Sawa Mahal, un palacete frente a un lago, lugar donde este insigne escritor se recluyo para escribirla. Sentado en un balconcito con tres arcos de estilo árabe, con el lago en calma, el sonido de los pájaros y el sonido de un canto femenino en la lejanía: no me extraña que encontrara la tranquilidad necesaria para llevar a cabo tamaña obra. Hemos leído un fragmento con el fin de resucitarle unos instantes y comprobar si aun queda algo en el ambiente que nos acerque a su protagonista. Estoy seguro de que el chela Kim seguirá escondido tras las vidrieras de color de alguna de las habitaciones, o quizás disfrazado de mono, pues con sus técnicas de espionaje seguro que tendrá estudiados todos nuestros movimientos.

Me emociona pensar que las líneas que voy leyendo en este viaje se escribieron aquí, puede que en este mismo asiento frente al lago. Cada vez que Kipling levantara la vista del papel tendría la misma perspectiva que yo estoy viendo.

Vista del lago

Montados en bicicleta, Sonia y yo hemos seguido alejarnos de Bundi, hemos seguido la ribera del lago sobre la que flotan enormes nenúfares de los que emergen como periscopios las flores de loto, con un color rosáceo que brilla al contacto con la luz. Durante el trayecto, nos atrajo el trasiego de personas -la mayoría mujeres- que caminaban pegadas al arcén. Con sus saris de colores hacían florecer del asfalto una nueva primavera en Agosto. Todas nos sonreían, nos saludaban con la mano, Hello, hello!


Cuando llegamos a final del recorrido, comprobamos que se trataba de una especie de peregrinación a un templo situado en lo alto de una colina visible desde el lago. Aparcamos las bicis y nos unimos a la fila de devotos, parecíamos nazarenos por la calle Larios porque todo el mundo quería estrechar nuestras manos sudorosas. Algunos querían que le sacásemos una foto, mostrando sin pudor alguno su sonrisa manchada de tabaco de mascar. Ascendimos absolutamente rodeados hasta que llegamos exhaustos al final de la escalinata, con el sudor empapando la camiseta.


Ha sido una de las mejores experiencias en este país de gente amable, como dice Kipling en su novela: "gentes dóciles y de increíble simplicidad" La gente es el monumento mas apropiado para definir la cultura de un pueblo, y es por ello que debemos tratar de recogerlo con nuestras parcas palabras, como lo hizo aquel maestro desde el Sawa Mahal, lugar desde donde escribo esta crónica.

Gente encantadora

3 comentarios:

  1. Es curioso como a esa gente le encanta la cámara. Hay pueblos que le temen...
    Y es genial porque son muy fotogénicos.

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  2. Me quedo ensimismada mirando los colores. Ensimismada... y el eco de la crónica, que los acompaña...

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  3. Tengo la novela Kim desde hace años y siempre me ha intrigado el nombre, ahora tendré que leerla para estar ahí dónde tú has estado con Sonia, me encanta el colorido y las caras de esas personas, se ven alegres y a gusto contigo. No sé como haces para comunicarte, para encontrar esos rincones exóticos lejos del barullo de los turistas. Claro para eso hay que ser un viajero incansable en busca de historias y lugares recónditos.
    Pedro, me encantan tus viajes y sobre todo que los compartas con nosotros.

    abrazos

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