lunes, 19 de noviembre de 2012

INDIA VIII: UNA BARBERIA



El camino a Mandawa se hizo corto. A la entrada de la ciudad me sorprendieron antiguas y numerosas casas señoriales, con las fachadas pintadas de motivos florales y frescos de guerreros, de marajás, de oradores, de dioses…casas bellísimas pero prácticamente abandonadas.

Resulta que esta ciudad fue un punto estratégico en la ruta de la seda del siglo XVIII y todas estas mansiones pertenecían a mercaderes de aquella época. Hoy, casi todos sus descendientes viven en Calcuta o en Bombay y mantienen su patrimonio aquí, pero casi nunca vienen. Le encargan las llaves y el cuidado a una familia. Estos se ganan la vida mostrándola a los turistas tal y como están. La verdad es que se están cayendo y nadie hace nada por recuperarlas.

Por dentro son auténticos palacios, patios porticados, puertas de Madera repujadas con marcos labrados y picaportes de bronce. Todas las ventanas, al igual que puertas y paredes, están cubiertas con murales. Destacable fue una cuyas pinturas tenían motivos venecianos. El guardés nos contó que perteneció a un italiano relacionado con el comercio de la seda. Las personas que nos lo enseñan viven ahí mismo, en la miseria, sin luz y sin agua, en habitaciones ennegrecidas por el humo de las cocinas de leña.

Paseamos toda la mañana por las calles terrizas de Mandawa, nos interrumpían los carros tirados por  burros escuálidos, y por supuesto motos, autobuses y trishaws. 

Aproveche una barbería que encontré en el camino para cortarme el pelo. El barbero estaba ocupado con un cliente. Nada más entrar busqué un asiento libre para esperar mi turno y el barbero, un chico joven y risueño, despachó a su cliente con la cabeza a medio pelar y me pidió que ocupase el asiento. 

Al principio me negué, rechazando privilegios, pero tuve que aceptar; sobre todo porque uno de los que mas insistía era el cliente que perdió el turno.


Pelarme llevó su tiempo, primero metió la maquinilla por el cogote y los laterales. Mi mujer se moría de la risa, y yo miraba de refilón al espejo sin querer ver. La barbería se fue llenando de gente practicando el deporte favorito de ver y no pagar.
El barbero tuvo un especial cuidado al perfilarme las patillas y las orejas, y sobre todo  cuando cambio la cuchilla de la navaja por una nueva mientras yo tragaba saliva al ver la destreza en el manejo del arma.

A punto estuve de pedirle otra por si tuviera que defenderme, pero no hizo falta, su sonrisa llana me dio confianza.

El momento crítico apareció por la puerta en forma de niño de siete años con un utensilio donde transportaba seis vasitos (modelo abuelo; de cristal, chatos y anchotes). Dentro algo del color del café con leche. Nos ofrecieron a Sonia y a mí. Para ella fue fácil, porque es alérgica a la leche, para mi... bueno, yo les expliqué que en España casi todos somos alérgicos a la leche, un mal endémico. Instantes después, el barbero deja las tijeras en el mostrador, me mete los dedos entre el cabello, comienza a rascarme la cabeza con violencia, de arriba a abajo, de izquierda a derecha. Notaba sus uñas felinas arrancando parte de mi cuero cabelludo. Tuve que poner una cara rara porque me miró en el espejo y dijo: ¡masaje!

Le dejé hacer. Era como si un tigre de bengala me lavara la cabeza en seco.

Me cobraron 100 rupias (2 euros), no sé si es el precio correcto pero ya estoy pelado al estilo hindú. Ahora puedo pasar por uno de ellos...aunque eso seria si no llevara una cámara de fotos, la cámara de video, el pantalón corto, sandalias, bolsa de mano... en fin, todo el equipo completo de turista.




PROXIMA CRONICA: INDIA IX: FINAL

2 comentarios:

  1. Pedro tienes valor de dejar tu cabeza en manos de un extraño barbero de uñas largas!!!

    Me encantan tus crónicas, imagino esos palacetes desvencijados dejándose mostrar en silencio.

    Abrazos a miles

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  2. Muy graciosa la anécdota, Pedro. Eso a MiMigue no le pasaría, porque no deja que le corte más que "su" peluquera... ¡Y esas casas!!!! me da ganas de tener dinero para restaurarlas y convertirlas en hoteles de lujo (Uf, me salió la turista o la comercial de amenities?)

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